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Lo que el hígado calla: pequeñas notas sobre un órgano que trabaja demasiado

Por Roberto Tuca Hortelano – Columna de Salud Integral en Driadas

 

I

Hay órganos que hacen ruido. El estómago gruñe, los pulmones resoplan, el corazón late con orgullo.

El hígado no.

El hígado es un trabajador silencioso, un artesano nocturno que pule toxinas, refina hormonas, organiza nutrientes y guarda reservas sin pedir aplausos.

 

La mayoría de la gente no piensa en él… hasta que el cansancio empieza a acumularse en lugares raros.

 

 

II

A veces el hígado no enferma: solo se fatiga.

Y cuando se fatiga no duele, pero desordena.

 

De pronto, el sueño se vuelve liviano.

La piel cambia de textura. El ánimo se vuelve frágil.

La digestión, caprichosa. La energía, intermitente.

 

La medicina moderna lo explica con rutas metabólicas. Los antiguos lo explicaban con “calor interno”.

Al final, estaban hablando de lo mismo.

 

III

Un hígado saturado es como un gerente que trabaja con menos personal:

hay tareas que empiezan a quedar para mañana.

Y mañana para pasado. Y lo que antes llevaba minutos ahora lleva horas.

 

Lo ves en pequeñas cosas:

esa hinchazón después de comer algo que antes te caía perfecto, esa irritabilidad sin detonante, esas noches en las que te despertás entre las 2 y las 4 sin razón aparente.

 

La lente clínica lo llama congestión hepática.

La vida cotidiana lo llama “días pesados”.

 

IV

Las plantas no curan el hígado.

Lo acompañan. Le alivian la agenda. Le hacen espacio.

 

El boldo ordena. El diente de león refresca. La cúrcuma mueve. La alcachofa descomprime. La zarzaparrilla limpia las capas que no se ven. El palo azul suaviza el camino linfático, que siempre termina conectando con el hígado.

 

Cada una hace poco, pero juntas hacen mucho.

Exactamente como el propio hígado.

 

V

 

Hay un signo corporal que casi nadie relaciona con el hígado:

la falta de tolerancia.

 

Tolerancia al estrés,

  • a las emociones intensas,
  • a los alimentos ricos,
  • a los cambios bruscos,
  • a la desorganización.

 

Cuando el hígado trabaja bien, la vida pesa menos.

Cuando trabaja demasiado… todo se vuelve una carga.

 

Es simple, aunque no suena médico.

Pero la clínica lo muestra todos los días.

 

VI

Las formulaciones depurativas no “limpian” el hígado.

Le devuelven ritmo. Afinan la maquinaria. Bajan la presión interna.

 

El hígado no necesita milagros.

Necesita tiempo, espacio, plantas inteligentes y un poco de paciencia humana.

 

VII

La salud del hígado no se nota cuando falta;

se nota cuando vuelve.

 

El día en que la mente está más clara,

la piel más viva,

la digestión más liviana

y las emociones más manejables…

 

Ese día —aunque vos no lo sepas—

tu hígado está sonriendo.


Tuca Hortelano

Naturópata.

 

Roberto Tuca Hortelano es naturópata clínico, investigador y divulgador apasionado de la medicina antigua y contemporánea. Combina mirada científica, práctica terapéutica y una curiosidad casi indomable por entender cómo dialogan el cuerpo, la mente y la naturaleza.

 

Generado y formado en fitoterapia, iridología, esclerología y medicina integrativa, bajo las premisas de Nat. Sergio Daniel Gutiérrez. Razona interpretando el organismo como un ecosistema vivo, dinámico y profundamente simbólico. Opta por bajar conceptos complejos a ejemplos cotidianos —porque la fisiología también cabe en una conversación de sobremesa— y usar la historia de la medicina para iluminar problemas actuales.

 

En Driadas escribe para acompañar, enseñar y, cada tanto, recordar que el cuerpo habla… incluso cuando uno finge que no lo escucha.

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