Diente de León

También se le conoce como achicoria amarga, es una especie de la familia de las ASTERACEAS. Sus hojas pueden consumirse en ensaladas y sus propiedades han ganado popularidad en los últimos tiempos. Se le conoce con varios nombres pero seguramente la de flor del panadero no es ajena a ninguno que conozca esta planta cuyas flores al secarse, se transforman en una sutil pelusita blanca que viaja por el viento llevando su semilla hasta que cae en algún lugar y ahí nace un nuevo diente de león. Son plantas perennes y muy resistentes, se expanden con gran rapidez debido a la  forma de transportar sus semillas y la gran capacidad de adaptación al suelo que tienen. Son muy resistentes a temperaturas bajas y climas ventosos.

Muchas leyendas hay sobre esta flor y toda la planta. Una cuenta que en los tiempos donde los humanos no existían en la tierra, los duendes y las hadas paseaban felices por la naturaleza. Cuando el hombre apareció en el paisaje, pisaba y destrozaba las frágiles alas de la hadas pues no las podía ver. Entonces ellas desarrollaron la capacidad de convertirse en la flor de la planta que cuidaban, y en el caso del diente de león, se cree que ellas conceden deseos pues las hadas escuchan las suplicas y los conceden, de ahí la costumbre de soplar la flor seca y dejar volar sus felpas para que el viento las lleve y  deposite su semilla en la persona amada junto con el deseo de buena suerte esbozado al viento sutilmente con un soplido.

Los irlandeses tienen una leyenda de un viejo avaro y egoísta que encontró la famosa olla de oro al final del arcoíris.  En su avaricia no quiso decirle a nadie lo que le había ocurrido y se esforzó por hallar un lugar seguro para esconder su botín. Durmió toda la noche en su humilde y sucia casa encima de la bolsa  que había usado para esconder sus monedas de cualquier intruso o curioso. Mientras el viejo dormía un ratón salió de su cueva para buscar un poco de pan de  la vieja cocina del anciano. Vio que debajo de este había un saco y pensó que ahí encontraría comida, entonces comenzó a roer la bolsa hasta que el duro metal le hizo caer en cuenta de que ahí no había nada útil para él. A la mañana siguiente el viejo salió por el campo buscando donde enterrar su tesoro recorriendo varios kilómetros. Cuando  encontró un alejado árbol para enterrar debajo su oro, se dio cuenta que no tenía ni la mitad de monedas pues el saco que traía, estaba agujereado y en el camino perdió muchas de su contenido. El anciano furioso enterró lo que le quedaba y volvió a hacer el camino de regreso esperando encontrar las monedas brillantes. En su lugar, y al ver la avaricia del hombre, los duendes del bosque habían colocado encima de las monedas una flor de diente de león por lo que el anciano nunca las pudo ver.

Varias son las creencias que le atribuyen propiedades mágicas a la flor del Diente de león, pero la ciencia también ha podido comprobar su utilidad en la acción terapéutica y su uso medicinal. 

Ayuda en la desintoxicación del hígado, mejora las funciones de la vesícula biliar, disminuye la cantidad de colesterol (malo) en la sangre, depura la sangre librándola de toxinas químicas o funcionales de nuestro organismo. De este modo se puede consumir como un preventivo de la diabetes, alergias, reuma y algunas infecciones cutáneas o respiratorias. Es un excelente diurético por lo que es muy indicado en la función de eliminar arenillas y hasta pequeñas piedras en los riñones. Su alto contenido de potasio estimula la fabricación y eliminación de orina.

Contiene vitaminas, minerales y aceites esenciales por lo que podemos encontrar sus beneficios tanto en forma silvestre como en concentraciones y destilaciones. Sus hojas son apropiadas para su consumo crudo, incluso sus flores. Podemos preparar una ensalada y agregar como un ingrediente verde las hojas de diente de león, tal como incorporamos recula, berro, repollo etc. Esta es una de las mejores fuentes de hierro en la familia de los vegetales. 

Los nativos Americanos utilizaban la raíz del diente de león para tratar enfermedades renales y hepáticas, en Arabia se utilizaba para tratar enfermedades de bazo, los Chinos lo utilizaban además para tratar enfermedades respiratorias, neumonías y bronquitis.

 INGREDIENTES

• Flores de Diente de León                   250g
• Azúcar                                                    1.500g
• Agua                                                       1l
• Limón                                                     1 u
• Vainilla                                                    1 chaucha

Cortamos las flores frescas de Diente de león y las lavamos muy bien. Las dejamos escurrir uso minutos y las llevamos al fuego con el agua y el limón. Lo dejamos hervir durante 20 minutos, retiramos del fuego y lo dejamos reposar hasta el día siguiente. Cuando la preparación esté fría quitamos con una gaza o colador los restos de flores, limón y vainilla. Llevamos al fuego con el azúcar y dejamos hervir cuidando de vez en cuando que no se consuma toda la preparación o no se queme. Vamos viendo la consistencia que debe ser de la misma que vemos en la miel de abejas. Lo dejamos enfriar y lo reservamos en un frasco de vidrio con tapa y la tenemos lista para utilizar en postres, desayunos o para decoración.

Victoria Gonzalez.

Chef Pastelera 

Herborista especializada. Fitoterapeuta. Aromaterapeuta

La versatilidad y capacidad de adaptación son un motor en mi vida. La pasión por el arte y la naturaleza simple de las cosas complejas que pensamos que mueven nuestro mundo, me motivan a indagar y explorar mis propios comportamientos y mis movimientos erráticos ( a simple vista). Analizo la realidad en forma divertida y sencilla, a veces mas reflexiva ,otras mas jocosa. Escribo, cocino, pinto, estudio, llevo a mis chicas a la escuela...vivo, sueño y voy creando mi propia realidad! Comparto mis conocimientos en un programa de radio, intercambio opiniones con amigas, planteo puntos de vista bastante locos, según veo algunas caras!!🤔🤣🤣. Elijo el camino todos los días! Por eso cada uno de ellos me lleva a descubrir nuevas perspectivas. Aprender, entender, compartir y un día ..partir!

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